Antes de empezar, disclaimer: esto que veis en la foto no es un toro: es una vaca. Es una foto de uso gratuito de internet. No puedo poneros una foto del ganado protagonista porque no tengo permiso del ganadero para hacerle una foto y subirla en internet para contaros ESTO QUE OS TENGO QUE CONTAR.
Empezamos:
Como no veo claro ni cercano el momento de poder volver al gimnasio, he empezado a entrenar en casa. Llevo un par de semanas entrenando casi a diario. Salgo a correr por mi zona (que es rural), o hago en casa bodypump o bodycombat.
Pues el otro día salí a correr. Sábado por la mañana, había madrugado, estaba pletórica y hacía sol, digo «voy a salir a correr». Me pongo el Spotify y voy andando un ratín «pa calentar» con una de Orozco. Todo bien. Cinco minutitos a buena marcha. Empieza Pereza y yo toda feliz ya echo a correr carretera arriba
PIENSO EN AQUELLA TARDE CUANDOOOO
Voy por mi «circuito» de siempre, por el que he pasado ya un montón de veces. Paso saludando a las vaquitas lecheras de Senén
ME ARREPENTÍ DE




– ¡Hola, preciosa!
(Saludé a una vaquita lechera que se acercó a saludar). Sigo corriendo
DARÍA TODO LO DARÍA POR ESTAR CONTIGO
Llego al primer desdoble del camino y giro, como siempre, a la derecha. Y me meto por una carretera que bordea un prao donde siempre hay vaquitas de las roxas, de las marrones, de una ganadería de carne que hay por aquí cerca que ya me tienen que tener más que vista.
YO PIENSO EN AQUELLA TARDE CUANDO




Y de pronto.
Stop.
HORROR.
¡¡ESTAMPIDA!!
Las vacas roxas (cinco o seis, había) se encabritan y huyen de mí en tropel. Solo una cabeza sobresale entre ellas, corriendo en dirección a mi persona.
¡ME CAGO EN LA PUTA QUE ME ATACA EL TORO!
(Vale, no le vi bien la cara ni tampoco la trasera porque estaba enterrado en un montón de vacas asustadas, puede que fuera una vaca grande, pero estoy casi segura de que era un toro).
El toro que me enfila y viene a por mí de frente. Yo que ya me había quedado tiesa como un palo cuando vi a las vacas asustarse por aquello de no empeorar la situación, y veo al toro que de frente a por mi persona. Llega al pastor (el alambre electrificado que rodea el prao), frena en seco (porque sabe que eso hace daño), se encabrita cuan caballo de guerra en gloriosa estatua ecuestre, gira sobre sí mismo y se dirige DIRECTO a una esquina del prao donde hay un montón de maleza y por lo visto NO HAY PASTOR Y EL TORO LO SABE. Y empieza a embestir en la maleza y veo que asoma la cabeza entre el mato y empieza a salir a la carretera.
A todo esto las vacas patas pa qué os quiero y en la otra punta del prao y Pereza en el Spotify
PIENSO EN AQUELLA TARDEEEE


Yo empiezo a entrar en modo panic y digo «pues ya está, me voy a subir aquí a este murito que tengo a la izquierda» y me subo de un saltito porque seguro que esos 25 cm. de altura que tiene el muro mierda me protegen DE UN PUTO TORO. Y me escondo detrás de una zarza para que el toro no me vea. Y lo veo que en vez de volver a meterse pa dentro sigue embistiendo y que ya ha sacado el cuerpo hasta casi las patas delanteras. Y pienso «me voy, me voy cagando hostias antes de que termine de salir». Y me bajo de mi fortaleza tamaño folio y desando el poquito de esa carretera, y cuando estoy llegando al camino por el que había subido veo que el toro termina de salir por completo y que está en la carretera girando a un lado y a otro, como pa ver si me ve o yo qué sé. Pero yo, ágil, ME ESCONDÍ DETRÁS DE UN PALO (era un palo de hormigón muy gordo, vale?) y veo que no me ve y que decide irse pal otro lao, y todas las vacas saliendo detrás de él, y en ese momento yo aprovecho y salgo por patas. Que yo iba corriendo y creo que ya estaba sonando Calle 13 y me veo mientras corro pensando «¿Las vacas saben saltar?» y «¿Si me alcanzan aquí, qué hago? ¿Me subo a ese carro o me escondo debajo?».
Que vamos, salí a correr y ya os digo yo que corrí, pero que corrí que no paré hasta llegar al portal con el estómago en la boca.
Luego me puse a hacer algo en casa y la perra, pues como es sordociega y tiene el camino del salón automatizado pues no se dio cuenta de que yo estaba en medio haciendo abdominales hasta que me estaba pisando el estómago, el perro se sacudió las babas sobre mi cara mientras hacía pectorales y sin querer posé una mancuerna encima de los restos de un pastel de chocolate QUE NO ME HABÍA COMIDO YO. Y yo no sé a vosotras pero a mí este tipo de cosas no me pasan si estoy sentada en el sofá viendo Netflix.
Y por lo demás el finde pues normal. A ver si aprovecho a lavar los edredones ahora que hace sol.
Sed felices.
Y no corráis que correr es de cobardes.

Foto de Ave Calvar Martinez en Pexels
Nota: No culpo de nada al toro ni a las vacas, seguro que algo hice para asustarlos. Tengo claro que fui yo.