¡Hola, maja! ¿Cómo te encuentras? Llevas ya día y medio de explosión oxitocínica, ¿verdad? ¿A que huele bien? Aún recuerdo su olor y su cremosidad. Mmm…
Ahora que lo pienso, te cojo en plena sesión de fotos, ¿no? Ya verás qué bonitas quedan. Aunque eso ya lo sabes. ¡Ah! Y tranquila por tener el tendal atravesado en la cocina, o lo alto del sofá convertido en un armario: va a quedar precioso en las fotos. Tan auténtico…
Ya ves que este año llego un poco tarde con la carta. Es que… ¿Sabes qué pasa? Que tienes a uno de tus hijos malito. Y, mira, sabes que no me gusta estropearte las sorpresas, pero tampoco puedo estar eternamente callándomelo todo, así que te voy a dar una pista: no están malitos ni Hugo ni Aine. ¡Sorpresa!
Dentro de unos meses, un día, Hugo y Aine estarán jugando en el salón, y César y tú los estaréis mirando desde el sofá, y de pronto dirás, en voz alta y sin pensar: «¿No tienes la sensación de que es como si estuviéramos incompletos, de que aquí falta alguien? Nos falta Leo…». Pues chica, bingo. Te contaré una cosa graciosa: te vas a quedar embarazada tres días después de escribirte la carta número cuatro. Y cuando te enteres no te lo vas a creer, porque por primera vez no vas a tener ni un solo síntoma de embarazo. Pero será normal, porque en esos momentos tendrás la cabeza y el alma puestas en otro sitio. Aunque eso… Creo que eso no te lo voy a contar. No ahora. Ahora disfruta de esa niña que tienes en los brazos, y que aún huele tanto a ti. Leer artículo completo