Una gata tricolor con un grueso collar antipulgas se coló por la gatera de la puerta trasera de Isolina y llevó su pequeña nariz directa hacia la salita, atraída, seguramente, por el olor del pastel. Pasó frotando su costado por el sillón de la anciana, luego fue a restregarse en las piernas del policía y después volvió hacia la mujer y, de un salto que más parecía un vuelo ligero, se subió al regazo de Isolina, que la levantó en brazos.
—No, no —decía ella—. Tú no puedes comer pastel, que te pones malita. —Y la llevó hasta el aparador, donde la posó con suavidad.
Luis, aunque no alcanzaba a verlo porque la mujer le daba la espalda, sonrió al oír cómo se abría y se cerraba la pequeña cajita donde sabía que Isolina guardaba las chucherías para los gatos.
—¿Cuántos tienes ahora, Isolina?
—¿El qué, gatos? —respondió ella—. Yo no tengo ningún gato, solo les pongo los collares, que no quiero que me traigan pulgas a casa. Pero ellos vienen y van cuando quieren. Lo que pasa es que aquí están a gusto. —Sonrió dulcemente—. Además, siempre es bueno poder contar, al menos, con la visita de un gato.
El agente dio el último mordisco a su pastel y removió su café. Se lo acercó a los labios y comprobó con gusto que ya no quemaba. Dio un sorbito que le produjo una mueca de amargor, y añadió dos cucharaditas más de azúcar. Volvió a remover y, esta vez sí, bebió un buen sorbo, complacido.
—Hala, venga —le decía Isolina a la gata tricolor mientras la llevaba a la cocina y la sacaba de la casa otra vez por la gatera—. Ahora a dar un paseín.
—Isolina… —empezó a decir Luis cuando ella volvió a la sala.
Isolina se sentó cansadamente de nuevo en el sillón. Su cara, que se había iluminado brevemente con la visita de la gata, volvía a oscurecerse tras una expresión de tristeza.
—Ay, Luisín… —suspiró.
Luis miró a la mujer con compasión. La conversación que debía tener con ella, lo sabía, iba a ser dolorosa para la anciana. El policía se terminó el café de un trago, tomó aire y, haciendo acopio de profesionalidad, se lanzó sin más. Leer artículo completo