Sobre encierros
Querida yo de hace siete años. Exactamente siete.
Sé que aún estás recuperándote de la fiesta. No es un eufemismo: me refiero a la fiesta de cumpleaños de tu hijo mayor, que habéis organizado y celebrado solo quince días después de que haya nacido la pequeña. Recuerdo que fue agotador, mucho más que parir, dónde va a parar.
Menos mal que tienes esa tribu tuya que te ha ayudado y se han ocupado de llevar las meriendas. Seguro (y estoy segura) que todo estaba riquísimo, aunque te cuento un secreto: dentro de siete años solo recordarás la tarta de Nati, las galletas de mantequilla de Sandra y los chips de manzana de Queralt. Y te cuento otro secreto: dentro de siete años, muchas de las personas que ahora están en esa tribu ya no estarán ahí. Pero bueno, poco a poco. Ya llegará todo.
Si todavía no te lo ha dicho, César no tardará en decirte que los próximos años mejor celebrar el cumpleaños fuera porque, ¡madre mía! Qué montón de gente en casa. ¿Cuántos érais, entre niños y adultos? ¿Treinta personas? Pues sí, los próximos años lo celebraréis fuera. Hasta este año, que volverá a ser en casa, pero sin gente. Solo la familia. No la familia cercana. Nada de abuelas, tíos ni primos. Solo vosotros, nosotros. Leer artículo completo
Hola, papá
Hola, Papá.
Te guardo en las cosas pequeñas, ¿sabes?
Yo no sé cómo se siente cuando se tiene mucho, pero creo que no podría haber mansión en el mundo que guarde a alguien como lo guardan las cosas pequeñas. Sí: creo que es ahí donde estamos y donde nos quedamos. En las cosas pequeñitas. En las de a poquitos todos los días.
Tengo dos botes de ColaCao en el despensero que te llevan a ti, porque en su día los guardaste, los lavaste, los secaste bien, bien, bien por dentro, los rellenaste de nuevo con algo distinto y por fuera, con un rotulador permanente azul, escribiste:
«SAL FINA»
«SAL GORDA»
Y más que imaginarte te veo escribiéndolo mientras lo sostienes en el aire, con las gafas puestas sobre la punta de la nariz, la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás y aproximando unos trazos imaginarios antes de posar el rotulador sobre el plástico y darle a las letras su forma definitiva. Así es como seguro lo hiciste. Cuidadoso y metódico como tú eras.
Y veo las letras escasas de curvas, con líneas rectas y decididas que mueren en un punto que delata que ahí, justo ahí, se detuvo tu mano al acabar cada letra y antes de pasar a la siguiente. Leer artículo completo
Ser madre es una mierda

Querida Yo de hace seis años (exactamente seis)
Mira, antes de que se me olvide: dentro de tres días vas a darle a tu bebé su primer baño. Así, contigo, abrazaditas y tranquilas. No le eches jabón, ni siquiera ese poquito que es apenas un guisante en tu dedo, porque estropeará ese olor tan increíble que ahora tiene y que tan loca te trae. Fíjate: seis años y yo aún me arrepiento de haberlo puesto.
El año pasado llegué un par de días tarde con la carta, este año ya son cuatro. Si sigo (si seguimos) así, acabaremos por juntar dos cartas, ya lo verás. Al menos esta vez no es que nadie haya estado malito, es que no llegas, nena. Porque te cuento que entre cole, extraescolares, cumpleaños, pediatra, dentista, abogados, trabajo, casa y la promo de tu libro, esto es una locura. Por no hablar de que has retomado lecturas -más allá de Roald Dahl-, y de lo mucho que te gusta Netflix. ¡Ah! Claro, que aún no sabes lo que es Netflix. Bueno, tranquila, ya te enterarás. Leer artículo completo
Hola, Papá
Se acerca el día.
Es una mierda, ¿sabes? El sábado serán dos años y aquí estamos, empeñándonos en estar tristes porque la fecha lo manda. Pero ya sabes cómo va esto: tú vas organizando tu calendario, y luego la vida hace lo que sale de los huevos, te venga bien o mal. Así que este sábado debería estar triste, pero no sé si lo estaré, porque el viernes voy a hacer una firma de libros en la librería de Rafa. ¡Porque he publicado otro libro, ¿sabes?! Este es de humor. La gente me está enviando mensajes dándome las gracias por las risas y es… Jo, es genial, papá. Saber que aportas un poco de alegría a la vida de alguien. Digo muchos tacos, todos los que a ti no te gustaban. Seguro que también te reirías un montón. Leer artículo completo
Olía a sangre y caramelo…
Hola, amor mío. No tenía pensado sentarme hoy a escribir, porque tengo mucho que hacer y, además, no me gusta escribir “por obligación”. Ya sabes: fechas señaladas, eventos especiales… Esas cosas. Pero es que me apetece mucho contarte algo, así que siéntate a leer. Te voy a contar una historia:
Durante días, la casa olió a sangre.
Huele bien, ¿sabes? Es que estamos acostumbrados a que nos digan que, de alguna manera, la sangre es mala porque donde hay sangre han pasado cosas horribles, pero no es cierto. La sangre es lo que somos. Es, de hecho, lo que nos nutre y mantiene vivos. Y sí… Huele bien. Huele a vida.
Durante días, la casa olió a sangre y calor, como a galletas y a caramelo. Olía a parto. A vida recién estrenada. Después no. Después olía a leche dulce y a sudor. Era una ola de calor. Una de tantas. Ahora, escribiendo, me pregunto si cuando tú tengas edad para leer esto habrá muchas más, y se me encoge un poquito el corazón. Y sí… Olía a leche dulce y a sudor. Aún huele así. Leer artículo completo
De cuando me fui sola a Alemania para lanzarle unas bragas a Johnny Depp
La amiga Coral Gómez, que por otro lao se pasa la mitad de su existencia troleándome en la página (porque la tengo contratada a media jornada como hater), quiere compartir con el mundo el mejor viaje de su vida: cuando se fue de solanas hasta Alemania a un concierto de los Hollywood Vampires, el grupo de rock de Johnny Depp, con la única intención de tirarle su ropa interior a Depp a la cara.
En sus palabras, esto nos cuenta:
Hace un año que mis bragas se quedaron en algún rincón de Mönchengladbach.
En serio, fue una puta locura de viaje. Mi vuelo se retrasó una hora y llegué a Düsseldorf a las dos de la mañana. Estaba acojonada, las 12 y pico de la noche, el aeropuerto vacío, yo sin saber cómo coño iba a llegar al hotel porque aquí la menda había ya reservado un taxi con antelación para ir del aeropuerto al hotel (ole tu chichi!) pero no lo había reservado en el aeropuerto que tocaba (tú eres tonta chica)
Suerte que pregunté a una señora para compartir taxi (una hora de viaje encima). Suerte que me dijo: Ahí tienes un bus que te lleva hasta Düsseldorf. La familia por whatsapp «Todo bien? Ya llegaste?»… «Sí sí, tranquilos» Yo, en realidad, acojonada y diciéndome a mí misma lo estúpida que era por creer que era una buena idea y super mega diver irme por mi cuenta a otro país para un puto concierto. Estúpida Coral. 10 minutos en Alemania y ya me estaba arrepintiendo.
Por suerte llegué a Düsseldorf, cogí un taxi, llegué al hotel. Dormí 6 horas, buffet en el desayuno, me puse las botas para no tener que comer en mucho tiempo y me hice dos sándwiches pa aguantar todo el día, cogí un tren a Münster para estar un par de días con Freya. Y después rumbo a Mönchengladbach. Dos horas de tren.
Después de 7 meses de espera, había llegado el día.
Llego a mi airbnb, majísima ella, con no sé cuántos galgos adoptados (dos o tres de España) que por cierto la tengo aquí agregada (holiiiii Sylvia!), dejo mis cosas, me preparo, me mentalizo. Cargo el móvil a tope. Cargo la batería externa a tope. No veo que haya buses que me dejen donde el concierto (ni veo carteles por la ciudad anunciando el concierto y me empieza a entrar el paniquito pensando que me he equivocado de ciudad o de fecha o de planeta)
Busco en google maps: 7 km de paseo. Casi na. Bueno, tienes tiempo de sobra. A mitad del camino se pone a llover. Casi na. Que además no creáis que fue un paseíto por la ciudad, no no. Después de salir del centro de la ciudad pasé por la Tierra Media y girando a la derecha después de Narnia llego al estadio de fútbol donde es el concierto. Casi na. Total, tengo que dejar la mochila, con mi cámara y mi sujetador que había preparado explícitamente para tirárselo en toda la cara a Manostijeras.
Llego y me pongo casi en primerísima fila, a la izquierda, porque había visto vídeos y él siempre toca en ese lado del escenario. Si es que cuando quiero no se me escapa na. Una hora de concierto con los teloneros (ni puta idea del nombre) que se me hace eterna.
20:00 de la noche. Luces p’aquí y p’allá, una voz de ultratumba anunciando su llegada. Aparece Alice Cooper. Gritos y aplausos. Aparece Joe perry. Gritos y aplausos. Lo que para mí después fueron 24 horas a lo mejor fueron 24 segundos. Aparece Johnny Depp, saluda y sonríe de oreja a oreja.
Coral grita, aplaude (con la chirla me imagino porque las manos las tenía en el móvil) y llora como la subnormal profunda que es. Desde los 13 años viéndolo en el cine. 12 años más tarde lo tengo delante de mis narices y sigo sin creérmelo.
The show must go on. Me pongo a hacer fotos y vídeos y Johnny chupa más cámara conmigo que en toda su carrera con Tim Burton. Venga va, una fotina así rápido a Alice Cooper que está haciendo el mono con el bastón que se trae… PERO CORRE DESGRACIÁ, QUE JOHNNY SE ACABA DE RASCAR LA OREJA, NO TE LO PUEDES PERDER, GRÁBALO!!
En no sé qué punto del concierto, me quedo sin espacio en el móvil. Total que… Galería > Seleccionar X elementos > Borrar. Pim pam. Sin mirar. Sin miedo. A tomar por cleta la biciculo.
Inciso: Acompañadme amigos míos en esta triste historia. Día del concierto: 14 de junio de 2018, Coral se vuelve loca haciendo fotos. 3 meses más tarde, a Coral se le cae el móvil al váter. Ya os imagináis a donde quiero ir a parar. Lo único que me queda es lo que subí a Facebook. Casi na.
Total, que en una hora y media o así de concierto me dio tiempo a llorar, gritar, cantar y alucinar en bucle, con cara de haber visto un unicornio. El concierto se acaba. Ni me llevé una púa, ni le tiré el sujetador, ni hice una foto en condiciones para poder empapelar toda mi casa. Y aún con todo, el viaje, los miedos y los imprevistos, fue la puta mejor experiencia de mi vida. No cambiaría nada de lo que me pasó (excepto, claro está, lo de las PUTAS fotos).
Una experiencia y un viaje que se queda grabada en mi piel. Ya no sólo por el concierto, si no por todo el viaje en sí, desde que me monté en el avión, todo lo hice yo, todo por mi cuenta, unas veces sin ayuda, otras preguntando a mi amiga o a esos alemanes tan majetes. En una semana me di cuenta de que (si quiero, claro) no soy tan puto inútil como me creía. Cambié mi visión del mundo, de la vida y de mí misma. 25 añitos tenía. Never is too late. Aún me llena de orgullo y satisfacción recordar que no me equivoqué ni una vez de tren y transbordo, de los tantos que hice esa semana (pero te equivocaste de aeropuerto al reservar taxi) (cállate) (no, cállate tú)
Y después de un año, me he acordado mil veces de aquel momento. Y tengo a Johnny de fondo de pantalla y cuando me preguntan por la foto, contesto orgullosa: La hice yo. Lo vi en persona. Y se me hincha el pechamen. Y a la semana de volver del concierto, me puse una peli suya (creo que fue A quién ama Gilbert Grape) y pensé: Te he visto. He estado ahí por ti, aunque tú no lo sepas. Y si ya antes me gustaba ver sus pelis, simplemente por el hecho de que salía él, ahora ya ni os cuento.
Y aquí estoy, esperando a que se me aparezca otra oportunidad. Y si puede ser con mil anécdotas e historias imposibles, mejor. Si no, qué gracia tiene?
Sin miedo. El mío camín ???
Foto destacada: Coral Gómez. Los Hollywood Vampires en Mönchengladbach, 2018.
No olvidéis que podéis enviarme vuestras historias de viaje a mi página de facebook, al email hablamebajitomama@gmail.com o rellenar el formulario de contacto de esta web. Yo escribiré una narración para compartirla con la clase, y así nos reímos todos ?
De cuando me encontré en Brujas con la tuna de Toledo
Ahora que tengo al bollo pollo durmiendo la siesta encima de su señor padre, voy a aprovechar para contaros la de esa vez que me encontré en Brujas con la tuna de Toledo.
Una asturiana, dos gallegos y un francés entran en un hostal. ¡Que no! Que es broma, que no voy a empezar así el chiste, aunque eso sí que llegó a suceder.
Veréis, yo tenía 22 años casi recién cumplidos, y siempre he presumido de ser el tipo de persona que algunos llaman «afortunada». En primavera de 2006 yo necesitaba con urgencia cambiar mi ordenador, y quiso el destino que me tocara la porra de fútbol del bar. Que yo no tengo ni idea de fútbol, pero tonta del todo no soy y me saqué un sistema estadístico de la manga con el que sabía que tarde o temprano me tocaría la porra. Lo que dependía del azar era la cantidad que me iba a tocar, cuando me tocase… Y el azar quiso que me tocaran mil ochocientos euros. Así que, como necesitaba urgentemente un ordenador, y yo con 22 años era superresponsable, pues me compré el ordenador a plazos y con lo de la porra me fui de interrail.
Me fui sola, por cierto. Mi viaje soñado: me fui con mochila y sin planes. Estuve en Barcelona, París y Bruselas y, cuando unos días después llegué a Brujas, me llevé un revés cuando descubrí que justo estábamos en vacaciones de Pascua, y que el hostel tan chulo que había visto por internet no tenía habitaciones libres, así que pasé una primera noche en un lugar llamado Charlie Rockets y, después, me fui al hostel más escondido de todo Brujas: el Hostel de Passage. Leer artículo completo